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OpenAI enfrenta dudas por sus gigantescas compras de chips y su frágil situación financiera


En medio de la carrera global por dominar la inteligencia artificial (IA), OpenAI ha realizado pedidos de chips valuados en cientos de miles de millones de dólares, una cifra que contrasta drásticamente con sus ingresos actuales y que ha despertado inquietud entre analistas e inversores.

En las últimas semanas, la empresa creadora de ChatGPT ha firmado acuerdos con Nvidia, AMD y Broadcom para adquirir procesadores con una capacidad total de 26 gigavatios, equivalentes a más de 10 millones de unidades. Para alimentar semejante infraestructura se requeriría una producción energética comparable a la de una veintena de reactores nucleares.

Según Gil Luria, analista de la firma financiera D.A. Davidson, OpenAI necesitará “cientos de miles de millones de dólares” para hacer frente a sus compromisos. Sin embargo, la compañía prevé ingresos de solo 13 mil millones de dólares en 2024, continúa perdiendo decenas de miles de millones cada año y no espera alcanzar rentabilidad antes de 2029.

Consultada por la AFP, la empresa declinó comentar cómo financiará sus compras masivas. Su presidente, Greg Brockman, mencionó brevemente en CNBC que cuentan con “diversos mecanismos de financiamiento”, aunque sin ofrecer detalles.

Los proveedores Nvidia, AMD y Broadcom también evitaron referirse a los acuerdos financieros que sostienen estas operaciones.

En el caso de Nvidia, el fabricante de chips acordó invertir 100.000 millones de dólares en acciones de OpenAI durante los próximos años, una inyección de capital que podría ayudar a la compañía a cubrir parte del costo de los procesadores. Este tipo de estructura se conoce como “financiación circular”, ya que el proveedor facilita recursos al cliente para que adquiera sus propios productos.

Por su parte, AMD habría concedido participaciones accionarias a OpenAI, valoradas en decenas de miles de millones de dólares, sin que existiera una contraprestación equivalente. Luria califica esta práctica como “una dinámica poco saludable”, señalando además que AMD busca con urgencia posicionar sus chips de IA en el mercado.

El analista Stacy Rasgon, de Bernstein, resumió la magnitud del reto al afirmar que el director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman, “tiene el poder de hundir la economía global durante una década o guiarnos hacia una nueva era tecnológica”.

A pesar de las millonarias inversiones, los expertos consideran que el capital levantado, incluso con apoyo de Nvidia, no bastará para cubrir los compromisos de compra, y que OpenAI deberá endeudarse fuertemente o recurrir a instrumentos financieros respaldados por los chips como garantía, una fórmula similar a la utilizada por xAI, la empresa de Elon Musk.

Esta estrategia resulta arriesgada, sobre todo frente a competidores como Google o Meta, que cuentan con reservas de efectivo de decenas de miles de millones de dólares y un músculo financiero muy superior.

Ante este panorama, algunos economistas comienzan a hablar de una posible burbuja especulativa, comparando el fenómeno con las inversiones sobredimensionadas de la era “puntocom” a finales de los noventa.

No obstante, Josh Lerner, profesor de finanzas en Harvard, considera que la situación actual “no es idéntica”, ya que existe “una demanda real y creciente de aplicaciones de IA en múltiples sectores”.

Aun así, el académico advierte que persiste un “dilema”: cómo equilibrar el potencial de una tecnología con futuro prometedor con el carácter altamente especulativo de las inversiones que hoy la alimentan.

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